Futurismo
Imaginario (2020) explica que las principales características del futurismo son las siguientes:
Ruptura con la tradición estética
El rechazo a la tradición estética del siglo XIX fue un elemento común de todos los movimientos de vanguardia, incluido el futurismo. Aquella generación estaba cansada de la estandarización del arte, y captaba que el mundo había cambiado.
Celebración de la era de la máquina
El futurismo se gestó en las postrimerías de una generación signada por la Segunda Revolución Industrial (1870-1914), en la que la dupla conocimiento científico y tecnología era responsable de una profunda transformación. Había quienes veían esto con desconfianza; pero los futuristas veían el augurio de un tiempo glorioso dominado por la máquina.
Inquietud por la cuarta dimensión (el tiempo)
El tiempo ocupa un papel protagónico en el arte futurista. No puede ser de otro modo si el movimiento funda su nombre en la dialéctica del tiempo. Asumir como nombre el término "futurismo" implica una reflexión respecto del pasado y del presente.
Glorificación del patriotismo y la violencia
El futurismo se identificó con el nacionalismo extremo. De ahí que lo consideraran, años más tarde, como un antecedente del fascismo. Sus escritores y artistas se convirtieron en promotores abiertos del militarismo y de la guerra, al punto de que muchos se enlistaron en la Primera Guerra Mundial.
Exaltación de la velocidad como Belleza
La máquina significaba para los futuristas movimiento, revolución en su sentido técnico y social a la vez. Por esto, pretendieron interpretar el movimiento y la velocidad en la obra artística, ya en el lienzo, en la materia o en la palabra. Lo mismo ocurría con la energía y la expresión de la fuerza. El objetivo era captar la forma de la velocidad descrita en el espacio, el ritmo y la vitalidad.
Marcel Duchamp, Desnudo bajando una escalera
Dadaísmo
Imaginario (2020) expone a las siguientes como las características principales del movimiento.
Carácter interdisciplinario
El movimiento dadaísta fue de tipo interdisciplinario, es decir, se manifestó tanto en las artes plásticas (pintura y escultura) como en la literatura. También integró la fotografía y la escultura. En todas estas disciplinas privó el sentido iconoclasta y la subversión.
Aborrecimiento frente al concepto de belleza
Para los dadaístas, el concepto tradicional del arte perdía sentido frente a la realidad de la violencia desatada en Europa. Frente al horror de la guerra, la búsqueda de la belleza y la idea de un arte para complacer los sentidos eran absolutamente inadmisible.
Sentido antiartístico
Más que un arte, el Dadá o dadaísmo es más bien un antiarte, es decir, es un planteamiento, un concepto, un posicionamiento, lo cual lo convierte, sobre todo, en un modo de actuar sobre la realidad y no en un lenguaje pictórico o literario específico.
Valoración del gesto artístico por encima del objeto artístico
El artista dejará de ser el que pinta o esculpe, el que genera belleza, y pasará a ser aquel que escoge un objeto sin pretensiones estéticas y le otorga un significado por el sólo hecho de haberlo seleccionado. De esta manera, se instaura la era en que el gesto del artista será lo realmente estimado como “artístico”.
Humor irónico, carácter provocador e irreverente
El dadaísmo se propuso así una burla feroz del arte no solo del arte tradicional sino incluso de las vanguardias como el cubismo y el futurismo, este último glorificador de la guerra, una burla de la burguesía capitalista, finalmente, un desafío a la estética.
La propuesta del dadaísmo se estructura como un rechazo a los valores burgueses de principios de siglo.
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