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Contexto histórico, político y social

Carrasco (2000) explica que el inicio del siglo XX donde empezaron a gestar ambos movimientos (futurismo y dadaísmo), la humanidad se encontraba en medio de grandes adelantos tecnológicos, entre los cuales el automóvil ocupa un lugar destacado junto con la revolución que causo el sistema de producción en cadena industrial que puso en marcha Henry Ford. 

La política de los años 1910 se ve fuertemente afectada por el estallido de la Primera Guerra Mundial, llamada la Gran Guerra. La transición del siglo XIX al XX empieza a ser palpable, con la muerte de Victoria del Reino Unido y el fin total de la Época Victoriana, así como el comienzo del capitalismo norteamericano tras haber salido ilesos de la Primera Guerra Mundial. La Revolución Rusa, daría paso también a otra futura superpotencia mundial, la Unión Soviética. En cuanto a la sociedad, se ve en un cambio abrupto, con la aparición de vehículos particulares al alcance de cada vez más parte de la población. En cuanto a la cultura, la música clásica se empieza a desplazar para dar paso a otros estilos de música mucho más populares, que con el paso de las décadas cobrarían cada vez más importancia.

Desarrollo de los movimientos 

El Futurismo se dio a conocer el 20 de febrero de 1909, cuando el diario Le Fígaro publicó en París el Manifiesto futurista, escrito por el poeta Filippo Tommaso Marinetti. Su propio creador, Filippo Tommaso Marinetti, definió al movimiento como la “estética de la violencia y de la sangre”. Esta corriente inició en 1909 y buscó romper con la tradición, así como con las convencionalidades de la historia del arte. Fue un movimiento irreverente que abogó por lo sensual, lo guerrero y lo nacional.

Pocos volvieron del frente, y quienes lo hicieron no necesariamente continuaron con el movimiento, por lo que el centro operativo del futurismo pasó de Milán a Roma. Así, cuando Marinetti muere en 1944, ya el futurismo se había convertido en un movimiento mucho más sumiso, entregado a la academia, traicionando su espíritu rebelde. 

Por otra parte Morales (2019) expone que el dadaísmo se originó durante un periodo político tenso: la Primera Guerra Mundial, de allí que muchos artistas de diversos países se encontraban refugiados en diferentes ciudades de Europa y en Estados Unidos, estos vivían en medio del desencanto y del horror de una gran guerra sin precedentes, por ello se presentaban como artistas desinteresados y rebeldes de las tendencias tradicionales.

Los dadaístas se caracterizaron por oponerse a la guerra y tener una cierta tendencia hacia la anarquía que se oponía y cuestionaba los movimientos artísticos de la época. En este sentido, el dadaísmo encontró en lo ilógico un camino para expresar su propuesta artística, la cual llegó a convertir en un estilo de vida que rechazaba toda tendencia tradicional. Por tanto, para muchos el dadaísmo resultó ser un movimiento antiartístico y antipoético que cuestionó el arte y la literatura de aquel entonces, fue un movimiento que estuvo en contra de los principios de la lógica, la belleza, lo perfecto y lo universal en general. Incluso, cuestionó el propio dadaísmo. Carrasco (2000) determina al dadaísmo como escandaloso. Se llegaron a leer sobre ellos afirmaciones como la siguiente: "nunca antes un grupo de decadentes, desprovistos de todo saber y toda voluntad, ha tenido coraje de mostrarse al público como lo hacen estos dadaístas" (párr. 10). 

En 1919, con el fin de la Primera Guerra Mundial, el movimiento se trasladó a París, donde alcanzó su apogeo pero también alcanzaría el final de sus días. En efecto, el carácter antiartístico y antipoético del dadaísmo constituía el germen de su propia muerte. Antes de ello, sin embargo, tuvo lugar la primera Feria Internacional Dadá en Berlín en junio de 1920. El dadaísmo fue desgastándose, y las idas de André Breton fueron ganando terreno. La idea del escándalo o del gesto provocador como hecho estético en sí mismo fue dejándose de lado, y virar la atención a la eficacia del hecho artístico volvió a ser un objetivo de los artistas. Fue así como con el tiempo, el dadaísmo favoreció el nacimiento del surrealismo en 1924.

Morales (2019) expone que este movimiento también cuestionó los movimientos vanguardistas como el modernismo, el cubismo, el expresionismo, entre otros. Por el contrario, se apoyaba en la libertad del ser humano, la estética irracional, lo espontáneo, contradictorio, dudoso, fantasioso y escandaloso, también defendió el caos y la imperfección. Los dadaístas acostumbraban a hacer uso de lo irracional y de lo absurdo a fin de replantearse los valores sociales y estéticos predominantes.

El mayor aporte del dadaísmo fue el cuestionamiento continuo que se hacía sobre qué es el arte y la literatura. Los dadaístas partían de la idea de que todo puede ser cuestionable y de que no existen reglas fijas a lo largo del tiempo. Posteriormente, aunque el dadaísmo fue breve y se estima como fecha de decadencia el año 1922, este movimiento impulsó el surgimiento de otras tendencias artísticas como el surrealismo o el Pop Art, y la técnica del collage.

Cartel de la Primera Guerra Mundial



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