La llamada "aceleración de la historia" da al siglo XX un ritmo vertiginoso en el que se suceden las guerras, se modifican los mapas, se producen fuertes convulsiones sociales, junto a la ebullición de ideologías, el desarrollo fulgurante de las ciencias y de las técnicas, la rápida sucesión de "ismos" artísticos y literarios, atendiendo a las vicisitudes sociales e ideológicas, (ligadas al acontecer político) de la época.
La perspectiva histórica artística nos permite adentrarnos en el concepto de "vanguardia" desde su concepción como todo un conjunto de movimientos artísticos, o "ismos" que surgen entre finales del siglo XIX y a lo largo del XX como reacción a un orden previo, una realidad establecida una realidad que Álvarez (2004) describe como:
Esta realidad se aplica a todos los ámbitos de la actividad humana (la política, la sociedad, la cultura, las ideologías, etc.) y su línea temporal es tan extensa, abarcando más de un siglo y medio, que los cambios producidos durante el período han propiciado la evolución ininterrumpida de las reacciones artísticas, el surgimiento de unos movimientos y la desaparición de otros (párr. 2).
A través de esto los años que median entre 1895 y 1914 son una encrucijada para el mundo. Por un lado, es una época de expansión económica: "segunda revolución industrial", "gran capitalismo", afianzamiento de los grandes imperios coloniales. En consecuencia, la burguesía vive una etapa de esplendor. Frente a ella, las masas obreras, cada vez más extensas y organizadas, luchan por mejoras y cambios sociales.
Ello se traduce, en el plano ideológico, por un enfrentamiento creciente entre los credos liberales y los socialistas. Y en ese marco se situará igualmente el malestar de ciertos intelectuales. La guerra del 14 cerrará esta etapa. De ella saldrá Europa profundamente transformada y, a la vez, debilitada. La hegemonía mundial pasa a Estados Unidos y al Japón. Y en Rusia se ha producido la revolución comunista (1917). En adelante, la oposición de fuerzas en el mundo será de nuevas dimensiones. Comienza realmente una nueva etapa de la historia contemporánea.
Álvarez (2004) hace énfasis en los momentos históricos como lo sucedido en 1920 donde se produce una recuperación y hasta cierta euforia denominada como "los felices años 20". Pero las tensiones sociales e ideológicas están lejos de aliviarse. El comunismo se endurece con Stalin. Enfrente surge el fascismo italiano (1922 Musolini en el poder). Se habla de un debilitamiento de la democracia liberal. Y el crack de 1929 denuncia una honda crisis del sistema capitalista. Sucederán los dark thirties, "los sombríos años 30".
En este clima, Hitler y el nazismo toman el poder en Alemania (1933). En cambio, en Francia se implantará el Frente popular (1936). Se llega así al ápice de los enfrentamientos ideológicos que estallarán con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Álvarez (2004) explica que, a pesar de la finalización de las guerras, siguen los años angustiosos para una Europa desgarrada, el Occidente europeo se halla aprisionado entre dos grandes bloques: los EE.UU. y la Europa comunista. Los dos grandes sistemas rivales capitalismo y socialismo se encarnan ahora en dos gigantes, dando paso a la denominada "Guerra Fría". La recuperación europea se iniciará, en parte, gracias a la ayuda de Norteamérica, cuya influencia ha ido en aumento pese a los esfuerzos por robustecer la conciencia europea y su unidad económica.
Plano ideológico
En lo ideológico, los enfrentamientos se suavizan a partir de 1960 (coexistencia pacífica). El comunismo ruso irá adoptando posiciones menos combativas y los partidos socialistas occidentales moderan también sus posiciones y derivan hacia la social democracia. Paralelamente, en lo social, Europa accede a un Neocapitalismo y una nueva consolidación de la burguesía, a costa, sin embargo de concesiones a los obreros (mejoras salariales, seguridad social, etcétera). Y se desemboca, en fin, en la sociedad de consumo.
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