Este período de revolución artística se manifestó en los campos de la escultura, arquitectura, literatura, arte y música en la mayoría de los países europeos y americanos; no olvidemos que en aquella época América se encontraba recientemente colonizada por los españoles, portugueses e ingleses.
Es importante hacer énfasis que las expresiones artísticas tuvieron fuerte influencia del contexto histórico en el que se vivía, según Martínez R. (2000) los motivos del surgimiento de esta nueva manifestación se dieron por varios factores, especialmente relacionados con el mayor exponente de la iglesia católica: el Vaticano. Éste se encontraba bajo duras críticas por parte de diversos sectores que cuestionaban sus actos de corrupción, la reforma protestante estaba haciéndose sentir, cuestionando a la iglesia católica con la existencia de la virginidad de María y la autoridad del Papa, factores que debilitaron profundamente el poder del clero.
Características de la pintura
Si durante el Renacimiento el centro artístico europeo había sido Italia, en este nuevo capítulo de Historia de la Pintura abrimos el abanico y encontramos grandes maestros en otras zonas del continente, especialmente España, Flandes, Holanda y Francia.
Sabemos que el Cinquecento renacentista dio paso a un manierismo cansado del orden y el clasicismo. Este manierismo es el nexo de unión entre el Renacimiento y el Barroco, una nueva fase que comienza alrededor del año 1600 y que se extenderá hasta 1760, cuando aparecen nuevas corrientes (neoclasicismo y romanticismo).
También es importante acentuar las diferencias de la pintura renacentista con la la barroca, según Ventura J. (2018) en un contexto más genérico, podemos identificar el Barroco con sentimientos e ideas totalmente contrarias a las del Renacimiento, en el Barroco predomina el escepticismo y el dolor mientras que en el Renacimiento la belleza es armónica; en el Barroco la belleza es artificial. La naturaleza idealizada pasa a ser deformada y horrible, la temática en torno a la vida se sustituye por el tema de la muerte. Si el Renacimiento es la primavera de Botticelli, el Barroco es el invierno y el otoño. En el Renacimiento predomina la juventud; en el Barroco la vejez. Si la mujer de las obras renacentistas es símbolo de perfección, para los autores del Barroco es imperfecta. Los paisajes del Renacimiento son bellos y llenos de edificios perfectos; en el Barroco aparece el gusto por las ruinas.
Judit y Holofernes (Caravaggio, 1599)
El Barroco llega de la mano de la Contrarreforma católica. Por ello encontraremos una vuelta al dominio de los temas religiosos en países como España o Italia. En el ámbito protestante, la temática será profana y de género, representando escenas de la vida cotidiana, con retratos colectivos y bodegones que no se habían visto antes en la historia de la pintura. Es interesante apuntar que durante el Barroco existe ya un mercado artístico que pone en contacto a clientes con pintores, y que permite que los artistas vivan de la venta de sus obras.
En los cuadros de la pintura barroca la luz se condensa, desaparece el sfumato para dar paso al claroscuro: una sucesión de planos luminosos y planos sombreados. El color contribuye a la consecución de la forma, se emancipa del dibujo y adquiere su pleno valor. El movimiento se expresa mediante composiciones asimétricas, predominando la composición diagonal. Los escorzos violentos favorecen la sensación de movimiento.
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